Todos hemos utilizado en alguna ocasión este dicho popular, sin embargo no en el sentido en el que lo entiende la Medicina. Los Trastornos Afectivos Emocionales -SAD-, también conocidos por Depresión Estacional son una patología psiquiátrica que afecta anualmente al 5-10% de la población (se habla hasta del 20% contando casos leves -más próximos a la distimia-).
Como en gran parte de las alteraciones psiquiátricas las bases de las que surge este trastorno son una incógnita sólo resuelta por pequeños estudios y teorías sin mucha base científica. Es más, hasta hace poco el único conocimiento sobre el SAD era empírico, de ahí que en la calle se lo conociera como depresión del invierno o tristeza invernal. Por el momento se suponía que existían asociaciones con la cantidad de luz ambiental, la temperatura corporal y la regulación hormonal; lo que viene a ser como no decir nada.
Finalmente un equipo de investigadores de las universidades de Manchester y Edimburgo ha revelado que el reloj biológico nos controla también por ciclos anuales. Los dos genes que han asociado al SAD se activarían a través de la elevación de determinadas hormonas que sucede conforme los días se van prolongando.
En concreto una misteriosa molécula conocida desde hace años, la tuberalina, parece la responsable de actuar sobre la glándula pituitaria activando la secreción de la hormona prolactina cuando los días se hacen más largos. Parece que esta vía de activación ayuda a los animales a adaptarse a los cambios del entorno que ocurren con la llegada de la primavera.
Los genes implicados -TAC1 y EYA3- ya se conocían desde hace tiempo, sin embargo no se habían relacionado nunca con estos cambios. Además parece que hemos descubierto una nueva conexión genética que se remonta hasta hace más de 300 millones de años y que nos relaciona con las aves, ya que compartimos con ellas en gen EYA3. Y en este gen parece estar el quid de la cuestión ya que según han sugerido es el encargado de controlar la expresión de TAC1.
Pero la búsqueda no ha hecho más que empezar, ahora queda estudiar cómo encaja este descubrimiento con los complejos cambios a los que hace referencia nuestro refrán. Hibernación, reproducción, almacenes corporales de grasa e incluso la inmunidad y como ya hemos visto, nuestra salud psíquica están bajo el dominio de los cambios estacionales.
fuente: http://www.somosmedicina.com/2010/05/la-primavera-la-sangre-altera.html
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