Hallan el virus del Ébola en Asturias



El virus del Ébola hallado en restos de murciélagos muertos en Asturias es muy probable que pertenezca a un tipo inofensivo para el hombre, según cree el profesor de Microbiología de la Universidad CEU San Pablo, Francisco Llinares, que se refirió a este caso durante la ponencia 'Filoviridae: Ébola y Marburg', en el marco de las IV Jornadas de Microbiología y Salud Pública de la Universidad CEU San Pablo, que este año llevan por título 'Los Virus que vienen'.

Sin embargo, aclaró que "sólo el resultado del análisis del laboratorio determinará con exactitud ante qué modalidad de virus del Ébola nos encontramos". Llinares considera que éste seguramente se trate de un "tipo nuevo", es decir, aún no documentado, y que "lleve allí toda la vida". De hecho, según recordó el científico, hacía ya años que se observaban muertes inexplicadas de murciélagos en Asturias, y sólo cuando por casualidad a un grupo de investigadores se les ocurrió comprobarlo, se dieron cuenta de que el Ébola era el causante de estas muertes.

Los mencionados análisis para distinguir la modalidad del virus se están realizando en Francia, en un laboratorio de nivel IV de seguridad, ya que "en España no se pueden manipular este tipo de virus, debido a que el nivel más alto de seguridad de un laboratorio en España es III plus", explicó.

A lo largo de su intervención, Llinares también se refirió a la evolución del virus apreciada en los últimos brotes documentados. En este punto, ha mostrado preocupación por el hecho de que en los últimos casos de Uganda y el Congo el tiempo de incubación del Ébola se haya duplicado con respecto a lo que se tenía medido con anterioridad. De los 21 días, como máximo período de incubación, se ha pasado a 42, circunstancia que "alarga el tiempo de posible infección" y que, por lo tanto, "puede facilitar la diseminación".

Pese al riesgo y la mortandad que comporta el virus, Llinares aseguraró que "el Ébola no es el nuevo jinete del Apocalipsis". Como señaló, "los brotes se han registrado en una zona muy específica, el África Ecuatorial, que además está muy vigilada por la Organización Mundial de la Salud".

Con respecto a los posibles antídotos, lo que la ciencia puede decir en este momento es que no hay tratamiento ni tampoco vacuna. Sobre este punto, el microbiólogo reseñó las investigaciones para producir una vacuna que induzca la producción de anticuerpos contra la glicoproteína, proteína que usa el Ébola para localizar los receptores de membrana de las células. También aludió al descubrimiento reciente de que un porcentaje elevado de la población de Gabón ha desarrollado anticuerpos del Ébola sin haber sufrido previamente ninguna fiebre hemorrágica.

La presión por publicar afecta a la calidad de la investigación


Un nuevo estudio europeo confirma que la presión creciente que existe para producir resultados publicables en revistas científicas repercute de forma negativa en la calidad de la investigación científica. Las conclusiones se han publicado en la revista de acceso libre PLOS One.

La comunidad investigadora mundial produce más de 1,4 millones de artículos científicos cada año. Tras examinar más de 1.300 artículos de disciplinas tan diversas como la física y la sociología en los que se afirmaba haber comprobado una hipótesis, Daniele Fanelli, investigador italiano en la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), concluye que la comunidad científica presenta resultados más “positivos” en aquellas regiones donde se publican artículos con más frecuencia.

“Los científicos están sometidos a un conflicto de intereses cada vez mayor, pues se encuentran divididos entre la obligación de ser objetivos y exactos, y la necesidad de mantener viva su carrera profesional», explica. Fanelli, que ha cuantificado la objetividad en las ciencias naturales y sociales en EE UU.

Para elaborar las conclusiones, que se han publicado en la revista Public Library of Science (PLoS) ONE, Fanelli se basó en datos de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF) de EE UU y comprobó si las conclusiones de los artículos guardaban alguna relación con la productividad de cada estado de los Estados Unidos, para lo cual midió el promedio de artículos publicados por cada científico.

El investigador observó que los autores radicados en los Estados más “productivos” tenían una tendencia más acusada a respaldar la hipótesis examinada, con independencia del campo de investigación y de si habían recibido financiación. Fanelli también sugiere que los científicos que trabajan en ambientes más competitivos y productivos tienen más probabilidades de hacer que sus resultados parezcan más “positivos” (como en Michigan, Ohio, Nebraska y Columbia).

Para Fanelli, el resultado de un experimento depende de muchos factores, “pero la productividad del Estado de residencia no debería ser uno de ellos, al menos en teoría. No podemos descartar que los investigadores de los Estados más productivos sean más capaces y cuenten con mejores medios y, por tanto, consigan más logros, pero es improbable que esto justifique la tendencia observada en este estudio”, subraya.

Un detalle que pasaba desapercibido

“Si bien muchos estudios han puesto de relieve los efectos nocivos de los conflictos de intereses de tipo financiero que se dan en la investigación biomédica, nadie se ha fijado en este conflicto mucho más amplio que podría afectar a diversos campos”, explica el experto.

Las conclusiones de la investigacioón pueden ser extensibles a todos los países occidentales desde el punto de vista científico. “La competencia académica por obtener fondos y puestos va en aumento en todas partes”, señala Fanelli, para quien las políticas excesivamente basadas en mediciones objetivas de la productividad “pueden redundar en un empeoramiento de la calidad de la ciencia”.

Esta investigación ha contado con apoyo del proyecto OBJECTIVE SCIENCE (“Cuantificar la objetividad en las ciencias naturales y sociales”), que dispone de más de 161.000 euros del Programa Específico “Personas”del Séptimo Programa Marco (7PM) para evaluar el posible sesgo de estas ciencias.


Más información: http://www.ellibrepensador.com/2010/04/30/la-presion-por-publicar-afecta-a-la-calidad-de-la-investigacion/

Los elefantes disponen de una 'alarma antiabejas'




Un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford y la organización de defensa de los elefantes 'Save the Elephants' han descubierto que los elefantes tienen una 'alarma antiabejas' yretroceden al escuchar una grabación de esa alarma, incluso aunque no haya abejas cerca.

La responsable del estudio, la investigadora Lucy King, cree que esos sonidos son una "respuesta emotiva" a la amenaza y una forma de coordinar movimientos grupales. "Descubrimos que los elefantes no sólo escapan de la alarma sonora sino que emiten una alerta única, además de agitar la cabeza", explicó la a la BBC.

No obstante, a pesar de su gigantesco tamaño y su gruesa piel, los elefantes temen a las abejas, que pueden llegar a picar a los adultos cerca de los ojos o dentro de la trompa, mientras que un enjambre puede directamente matar a las crías, que aún no tienen piel suficientemente gruesa.

Este estudio, que se publica en PLoS ONE, forma parte de un proyecto que se está realizando en Kenia y cuyo objetivo es reducir el conflicto entre los elefantes y los campesinos ya que, a medida que la agricultura se extiende por la zona, estos animales son obligados a trasladarse a espacios cada vez más pequeños, como los huertos.


Créditos: http://cmcicet.blogspot.com/2010/04/los-elefantes-disponen-de-una-alarma.html

Los cerebros de ratones se encogen durante el invierno


Éste es uno de los primeros estudios que demuestran cambios estacionales en la estructura y funcionamiento de cerebros de mamíferos, señala Randy Nelson, coautor del estudio y profesor de psicología y neurociencia en la Universidad del Estado de Ohio.

Los resultados del trabajo mostraron que durante los días cortos del invierno, los ratones de la especie Peromyscus leucopus tenían deteriorada su memoria espacial, el mapa mental que les ayuda a recordar lugares importantes en su entorno.Los cambios cerebrales pueden ayudar a los ratones a conservar energía para sobrevivir durante la estación fría del invierno, cuando la comida escasea y las condiciones son hostiles. El cerebro usa mucha energía con relación a su peso. Como muchos mamíferos, los ratones necesitan reducir su consumo de energía durante el invierno, y el cerebro es un buen lugar para lograrlo.Si bien hay muchas diferencias entre ratones y humanos, este estudio permitiría comprender mejor las disfunciones estacionales del cerebro en humanos, como el desorden afectivo estacional.Nelson dirigió el estudio con Leah Pyter, una graduada en neurociencia, y la psicóloga Brenda Reader, ambas de la Universidad de Ohio. En una tanda de experimentos, los investigadores usaron a 20 ratones machos adultos de la citada especie. Empleando luz artificial, algunos ratones fueron alojados durante 13 semanas en un entorno con 8 horas diarias de luz, como si estuvieran en invierno. Otros fueron hospedados en condiciones que simulaban el verano, 16 horas de luz diarias, también durante 13 semana.

Randy Nelson. Los resultados mostraron que los ratones alojados en condiciones que simulan el invierno tuvieron más problemas de aprendizaje en una serie de tests. Sin embargo, otras pruebas mostraron que el aprendizaje y memoria no espaciales, incluyendo su capacidad sensorial, no resultaron afectados por los días cortos. Parece que sólo funciones específicas del cerebro son afectadas durante el invierno.En un segundo experimento, 16 ratones adultos machos fueron confinados simulando días cortos o largos durante 14 semanas. Se examinaron entonces las diferencias cerebrales entre ambos grupos. Los resultados mostraron que los ratones en condiciones invernales simuladas tenían una masa cerebral menor comparada con la de los otros congéneres.Además, los investigadores encontraron cambios en el hipocampo, una región cerebral implicada en la memoria espacial. Los ratones invernales tuvieron un hipocampo proporcionalmente más pequeño, y ostentaban cambios en la densidad espinal, ambos parámetros asociados con el nivel de eficacia en el aprendizaje y memoria espaciales.Ello encaja con la circunstancia de que el encogimiento cerebral es propio de una estación en la que los ratones tienen menos necesidad de memoria espac
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